Hace un par de meses mi cuñado me regaló un libro sobre el diseño humano. Fue uno de esos regalos que llegan porque de alguna forma la vida te dice que los necesitas.
En ese momento, me sentía a gusto con lo que estaba haciendo, pero también sentía que había cosas de mi comportamiento que necesitaba entender mucho más. Una intuición que me susurraba que quizás hay otra forma de vivir, más auténtica, más liviana, más alineada conmigo. Y así fue. Gracias a ese libro (y a esa necesidad de explorar mi mente), descubrí el diseño humano, un mapa para vivir más alineada conmigo.
Hablemos...
El Diseño Humano es un sistema de autoconocimiento que mezcla diferentes escuelas, estudios y métodos (astrología, el I Ching, la cábala, el sistema de chakras y física cuántica). Suena complejo, pero en el fondo, su propósito es bastante simple: ayudarte a vivir según tu propia energía.
Funciona a partir de tu fecha, hora y lugar de nacimiento, para crear un mapa energético que muestra cómo fluye tu energía y cómo puedes trabajar, actuar y tomar decisiones de una manera que se sienta verdaderamente alineada contigo.
No me considero experta. Todavía me cuesta entender varios aspectos del mapa energético. Pero, entre lo poco que sé, y después de adentrarme en este mundo, debo admitir que se convirtió en un espejo realmente revelador. Me mostró la razón de comportamientos propios que antes no entendía. Me hizo entender cómo mi energía fluye y cómo puedo sacarle el máximo provecho para sentirme más plena y exitosa.
Muchas veces somos escépticas a este tipo de sistemas, y aunque entiendo las razones para dudar de ellos, me parece importante descubrirlos por nosotras mismas. Si hay algo (por muy pequeño que sea) que nos ayuda a entendernos mejor y vivir con más armonía, bienvenida sea.
Uno de los takeaways más importantes que he sacado del diseño humano, es que me recuerda que no todos estamos hechos para lo mismo. No todos funcionamos igual, ni debemos seguir el mismo camino para tener éxito, amar, o sentirnos bien. Algunos estamos aquí para iniciar y crear. Otros están diseñados para responder a lo que la vida les pone delante, sin forzar nada. Algunos tienen energía constante para construir y sostener, mientras que otros necesitan más descanso, más introspección, más fluidez. Y lo mejor: ninguna de estas formas es “superior” a la otra. Son diferentes. Son únicas. Son propias de cada uno.
Y cuando entiendes esto, te das cuenta de que a veces intentamos vivir desde un lugar que no es nuestro. Trabajamos con horarios que no están alineados con nuestra energía. Seguimos un camino que no va de acuerdo con cómo verdaderamente nos sentimos. Y así, podemos sentir que nada fluye, que todo nos cuesta, que no estamos avanzando.
Cuando realmente comenzamos a vivir de acuerdo con cómo funcionamos, alineadas con nuestro tipo de energía y desde nuestro diseño (aunque sea en pequeñas decisiones), todo empieza a sentirse más ligero. Las dudas se calman. El cuerpo se relaja. La intuición se fortalece. Dejamos de compararnos con el resto, porque por fin entendemos que somos diferentes. Tú eres tú, yo soy yo, y eso está bien.
Ya no necesitas ser más disciplinada, más productiva, más fuerte. Solo necesitas recordar lo que se siente bien para ti.
El Diseño Humano no te da respuestas absolutas, ni recetas mágicas. Pero sí, te ofrece una herramienta poderosa para volver a ti. Para escuchar tu cuerpo. Para tomar decisiones que no nacen del miedo, sino del deseo profundo de vivir una vida que se sienta auténtica, sostenible y expansiva.
Si alguna vez sentiste que estás viviendo una vida que no te pertenece, el Diseño Humano puede ser ese primer paso para volver a casa. ¡Y si quieres comenzar, aquí te dejo el libro que me hizo empezar!
«Diseño Humano Esencial. El sistema revolucionario que te muestra quién eres», por Jenna Zöe. Encuéntralo aquí!