Cómo el diseño de mi casa se convirtió en mi mejor ritual de autocuidado. Y cómo tú puedes crear, sin obras ni grandes cambios, tu refugio sensorial.
By: Natalia
Hace un par de meses me mudé. Sí, este proceso tan difícil y a la vez tan bonito que me abría una ventana de posibilidades para decorar mi nuevo safe space. Un espacio donde tenía muy claro que quería vivirlo feliz sola, o en compañía de mis amistades, pero que se convirtiese en un lugar de calma y seguridad. En definitiva, un espacio que me cuidase.
Allí empezó mi viaje, en un piso de paredes blanco crudo, cocina con frentes de madera y suelo que imitaba el parquet. No había nada más. Para estar cómoda en mi nuevo piso, necesitaba muebles, claro que sí, pero en el fondo necesitaba colores, decoración y sentir que tenía a mi familia y a mis raíces conmigo, así que me puse manos a la obra.
Mi crisis del color: de la intensidad a la calma
Siempre me habían gustado los colores vibrantes, hasta que me di cuenta de que, a veces, me generaban una energía que no necesitaba. Mi momento (al que le llamo «el despertar») llegó con un bote de pintura verde olivo que compré casi por impulso para una pared de mi habitación.
El cambio fue mágico. Aquel tono suave y terroso transformó completamente la energía de la habitación. De repente, entrar allí era como dar un paseo por el bosque. Mi cerebro asociaba ese color a la naturaleza y a la quietud. Ahora, leer en la cama o meditar cinco minutos por la mañana se ha vuelto un ritual mucho más profundo.
Aunque al final me atreví a pintar la pared, hay otras opciones menos arriesgadas como por ejemplo elegir complementos de colores. Mantas o cojines en tonos tierra (beige, arena, rosa muy suave) son ideales para crear tu rincón favorito. ¡Es increíble cómo un solo elemento puede cambiar la vibra!
El día que jugué con la luz (y gané paz)
Soy una persona a la que le encanta la luz, abrir las ventanas y dejar que entre el aire y la claridad. Hasta que un día pensé en colocar algunas cortinas para tener un ambiente más íntimo; y acerté. Gracias a las cortinas de lino, que son vaporosas, podía seguir teniendo luz pero de una manera más tranquila e íntima, haciendo que el ruido visual desapareciera.
Fue entonces cuando entendí el poder de los materiales traslúcidos. Pequeños objetos que filtran la luz, como por ejemplo un jarrón de vidrio en el salón o una lamparita con pantalla de papel, crean puntos de calma visual que me hacen respirar hondo sin darme cuenta.
Consejo que me funcionó: por las tardes, enciendo una vela y la coloco detrás de un vaso de agua. Los reflejos danzantes en el techo son un pequeño espectáculo de relajación personal. Y lo mejor: zero coste, máximo efecto.
Mi mayor lección: diseñar un "rincón de pausa"
Con todo el estrés de la mudanza, estaba focalizada en tener el piso perfecto, con todos los muebles y los espacios llenos y preparados. Después de unos días de reflexionar, me di cuenta de que no necesitaba una casa entera perfecta. Necesitaba un rincón que fuera solo mío. Un lugar asociado a una sola actividad placentera.
Reconquisté un rincón de mi patio, hasta entonces lleno de trastos de la mudanza. Lo limpié, puse una planta, un cojín y una manta. Ahora es el spot donde tomo el café de la mañana en silencio. Se ha convertido en mi rincón de pausa para empezar el día de la mejor manera posible.
Otro tip que me funcionó: elegir un sitio, aunque sea pequeño, que sea solo para una cosa:
leer, escuchar música, no hacer nada. La clave está en la intención, no en la magnitud.
Tu desafío semanal (te lo paso ahora a ti):
Mi transformación no fue de la noche a la mañana, sino con pequeños gestos conscientes. Por eso, te reto a que esta semana elijas solo una de estas preguntas y actúes:
- ¿Qué color te transmite paz? ¿Cómo puedes introducirlo en tu espacio hoy mismo (aunque sea con una flor en un vaso)?
- ¿Dónde está tu «rincón pausa» potencial? Identifícalo y libéralo de una cosa que no debería estar ahí.
Priorizarnos no es solo hacer yoga o meditar. A veces, es tan simple como elegir cómo nos envuelve nuestro propio hogar… Esa es la forma de autocuidado más bonita y silenciosa que he descubierto.
CONOCE A NATALIA
Natalia es arquitecta mexicana de raíces coloridas y espíritu curioso. Apasionada por el arte, la música y los viajes. Lleva más de 13 años entre planos, proyectos y creatividad, pero su verdadera magia está en las personas y en el bienestar. Hoy, trabaja como people & presence manager para el estudio creativo COLORE, y nos comparte su inspiración sobre cómo los espacios que habitas pueden hacerte vivir mejor.