Haz las paces con tu cuerpo para quererlo
“Nada me queda bien. He engordado. Debería bajar unos kilos.” ¿Te suena conocida alguna de estas frases? Si eres como nosotras, probablemente en algún momento se te ha hecho difícil aceptar tu cuerpo, te has comparado con otros, has querido cambiar algo de ti, o te has mirado al espejo con algún complejo que, aunque trates de esconder, te hace sentir insegura.
Puede que no sea siempre pero aunque suceda solo una vez es necesario pensar en ello y querer trabajarlo para aumentar tu confianza.
La relación con tu cuerpo es fundamental en tu amor propio. Define lo que piensas de ti, como actúas, como te tratas. Guía tu confianza, y aunque no apareciera, también guía tu relación con otros. Tu cuerpo afecta como te sientes en todos los sentidos y es una de las bases más importantes para tratar tu autoestima.
Este diálogo negativo con el cuerpo afecta a casi todas las mujeres del mundo. Según una investigación realizada por la marca Dove acerca de la confianza, no más de la mitad de las chicas en todo el mundo tienen una autoestima alta en relación a su cuerpo y solo el 4% de ellas se consideran bellas (Dove Research: The Real Truth About Beauty: Revisited, 2022).
¿Qué amas de tu cuerpo? ¿Qué te gusta de él?
Cuando el diálogo con tu cuerpo está basado en el cambio y en el juicio, se te dificultará sentirte satisfecha con tu apariencia. Pero, ¿cómo no tener ese diálogo si vives en una sociedad donde se buscan constantemente estándares de belleza casi imposibles?
Una sociedad donde las redes sociales impulsan la comparación con apariencias editadas. Una sociedad donde es más fácil cambiar lo que no te gusta que trabajar por aceptarlo y aprender a quererlo.
Inconscientemente, esto te guía a construir una relación con tu cuerpo que se enfoca en el cambio del futuro en vez del presente. Una relación que se basa en “cuando cambie esas cosas que no me gustan de mi cuerpo, me sentiré mejor conmigo”.
El cambio en tu cuerpo comienza en tu interior
Para comenzar a romper con este ciclo, el cambio debe suceder en tu interior. El diálogo con tu cuerpo debe enfocarse en apreciar lo que tienes, lo que te gusta de ti, lo que tu cuerpo puede hacer.
Cambia el juicio por el agradecimiento. Pasa de “quisiera que mi cuerpo fuera diferente” a “gracias cuerpo por ser como eres, por darme vida”. Transforma el “mis piernas no son como quisiera” por el “gracias piernas por llevarme a donde quiero ir”.
Piensa en tu cuerpo como un amigo, un espacio donde te permites ser y vivir. Te permite disfrutar de la comida, te permite abrazar a quienes amas, te permite descansar, te permite experimentar todas las emociones humanas.
¡Que bonito es tu cuerpo porque te permite estar aquí y ser tú misma! Velo como parte de ti pero también como un ser único, como una persona que te ayuda a seguir adelante y que, solo por eso, merece tu gratitud. Trabaja poco a poco en tu relación con él. Ve con calma.
Comienza por aceptarlo. Aceptar que es tuyo y que existe como es. Así, cuando lo aceptas empiezas a cuidarlo. Y cuando lo cuidas ves lo mucho que hace por ti y comienzas a agradecerle. Y poco a poco, cuando le agradeces, comienzas a quererlo.