Si alguna vez has sentido que ir al gimnasio es una lucha interna entre la disciplina y lo que realmente disfrutas, no estás sola. Para muchas de nosotras, el ejercicio es una parte fundamental del selfcare, pero cuando se convierte en una obligación más que en un disfrute, mantener la motivación se vuelve casi imposible.
La clave está en encontrar un balance que haga que el ejercicio sea sostenible y placentero a largo plazo. Aquí te comparto cuatro maneras saludables de mejorar tu relación con el ejercicio y transformar esa dinámica de amor-odio en algo más positivo y armonioso.
Cómo mejorar la relación con el gimnasio
Escucha tu cuerpo y ajusta tu rutina
A veces, nos aferramos a una rutina porque «así se supone que debe ser», ignorando cómo nos sentimos realmente. No tienes que hacer pesas si odias las pesas. Si prefieres moverte con baile, pilates o senderismo, déjate llevar por lo que disfrutas. Moverse debe sentirse bien, no como un castigo.
Cambia tu narrativa sobre el ejercicio
Encuentra una comunidad que te motive
Hacer ejercicio sola puede volverse monótono y desmotivante. Busca clases grupales, amigas con las que puedas entrenar o incluso una comunidad online donde compartan metas y avances. El apoyo externo puede hacer que el movimiento se sienta más divertido y menos como una tarea.
Dale espacio a la flexibilidad y el descanso
Al final del día, el ejercicio debe ser una extensión de tu amor propio, no una fuente de estrés. Construye una relación con el movimiento basada en placer y bienestar, y verás cómo tu motivación cambia por completo.