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Cómo el pilates y el yoga mejoraron la relación con mi cuerpo

Photo by Ourself

Comparaciones e insatisfacción. La relación con mi cuerpo ha estado siempre llena de ambas. Es una montaña rusa en la que a veces me siento en la cima y a veces me voy en bajada. Al igual que muchas mujeres, la comparación en mi día a día era constante, en la vida y en las redes sociales. La relación con mi cuerpo estaba frágil, y cualquier cosa que hacía no parecía mejorarla.

Con la intención de sentirme mejor, comencé a priorizar mi autocuidado. Fui al gimnasio 4 días a la semana, y aun cuando me acostumbré, era una lucha constante. Me costaba ir temprano y me costaba mucho más ir en la tarde. No lograba disfrutarlo. Dicen que la clave para la disciplina es encontrar momentos de recompensa, y en el gimnasio no encontraba ninguno. Así que decidí explorar otras actividades en búsqueda de un hábito que cambiara no sólo mi salud física sino la relación con mi cuerpo, mi autoestima, y mi bienestar general.

En medio de esa búsqueda, un día una compañera me invitó a una tarde de yoga. Me encantó. Unas semanas después, una amiga me recomendó una clase de pilates. Me enganché desde el primer momento. Encontré un estudio donde podía hacer ambas y me prometí practicarlas durante un mes. Hoy, un año después, me doy cuenta de que esa decisión me ayudó a cambiar por completo mi perspectiva del autocuidado físico y la relación que tengo con mi cuerpo.
Actualmente, ambas prácticas siguen siendo parte importante de mi rutina. Más allá de sus beneficios físicos, el pilates y la yoga se han convertido poco a poco en un refugio que transforma mi amor propio.

Cómo el pilates mejoró la relación con mi cuerpo

Al incluir el pilates como parte de mi rutina, me di cuenta que el problema causante de mi insatisfacción con el gimnasio no era el ejercicio en sí, sino hacer actividades que no disfrutaba únicamente con la meta de cambiar mi apariencia. Cada vez que iba al gimnasio, iba en guerra con mi cuerpo. Iba obligada a cambiar cosas que no me gustaban de él. No era un momento que disfrutaba, era simplemente un medio para alcanzar un mejor cuerpo. Y esto lo entendí desde el primer día en clase de pilates.
Con el tiempo, el pilates me hizo sentir todo lo contrario. Es una práctica para estar en perfecta sincronía con mi cuerpo, para entender su ritmo y sus limitaciones. Entendí que cuando disfrutas del ejercicio, conectas mucho más con cada parte de ti. Lo consideras un hobby, una actividad agradable, una pausa en tu día.

También entendí que, personalmente, la clave para mantener mi disciplina fue cambiar por completo la meta. El objetivo ya no era tener un mejor cuerpo, sino sentirme mejor conmigo independientemente de los cambios que el pilates causara en mi cuerpo. Cuando cambié la meta de verme mejor a sentirme mejor, dejé de contar los días, dejé de pesarme, dejé de contar calorías, dejé de buscar resultados, y al contrario, comencé a disfrutar del progreso, a aceptar mi cuerpo en su estado actual y a recibir cualquier cambio con brazos abiertos (cambios internos y externos).

Estos fueron momentos claves que han mejorado, y que todavía me ayudan a mejorar la relación conmigo.

Cómo el yoga mejoró la relación con mi cuerpo

Mejoró la conexión de mi cuerpo y mente: Cuando comencé a practicar yoga constantemente, empecé a tener una perspectiva diferente y a valorar mucho más la conexión entre mi cuerpo y mente. Con cada movimiento, empecé a notar el vínculo entre lo que pensaba y lo que mi cuerpo lograba hacer. Cada vez que mi respiración se alineaba con mi movimiento y mi mente se despejaba, entendía que no se tratan de aspectos separados de mí, sino que cada parte de mi ser trabaja en conjunto para vivir en armonía.

Mi fortaleza interna y externa: A medida que mi práctica de yoga avanzó, noté cambios no sólo en mi cuerpo físico, sino también en mi fortaleza interna. Cada vez que mantenía una postura por unos segundos más o cada vez que mejoraba mi equilibrio, sentía esos pequeños logros que me enseñaron que mi cuerpo es más capaz de lo que imaginaba. Y con esto, mi fuerza interior y mi confianza aumentaban. Me sentía más confiada, más conectada con lo que sentía y con una actitud mucho más positiva. Esta nueva confianza se desbordó en otros aspectos de mi vida, permitiéndome enfrentar situaciones con mucha más fortaleza.

Pilates & yoga, más paz y tranquilidad:

Reservar una hora al día para practicar estas disciplinas, fue una decisión importante para vivir en mucha más calma conmigo. Cada práctica era (y sigue siendo) un escape para dejar ir lo que sentía. Al terminar la clase, el estrés del día había disminuido mucho más. Era una hora dedicada a conectar con mi cuerpo, entenderlo y apreciar lo que hace por mí, pero también era una hora para desahogarme, dejar ir pensamientos limitantes y quitarme el peso que la rutina pone sobre mis hombros. Un momento para traer mucha más paz y tranquilidad en el día.

Personalmente, estas prácticas han sido mucho más que simples ejercicios y actividades de autocuidado. Ambas se han convertido en un momento para valorar y respetar mi cuerpo, conectarme con mi esencia y construir una relación de amor y gratitud conmigo.

Si estás en busca de una actividad que te ayude a fortalecer tu cuerpo y alma, el yoga y el pilates pueden ser exactamente la respuesta. No sólo descubrirás una nueva forma de cuidarte, sino también una nueva forma de verte a ti misma.

Si te animas a practicar alguna de estas disciplinas, inspírate mucho más con estos artículos del blog: Pilates en casa: 3 videos para cuidarte este verano5 cambios en tu rutina para mejorar la relación contigo 

DETRÁS DE OURSELF
Paula Grieco & Dannia Ortiz

Co-founders y editoras de ourself. Explorándo a diario cómo prácticar el amor propio y vivir priorizando el autocuidado.

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